martes, 15 de noviembre de 2011

Viaje


   Abro los ojos lentamente, la luz me lastima, no entiendo donde estoy.
Observo, escucho ruidos extraños, los vuelvo a cerrar. Estoy saliendo de una letanía que no puedo explicar, mis músculos dormidos, paralizados, comienzan a encenderse.
   Vuelvo a abrir los ojos, veo a mi madre llorando a mi padre sorprendido, veo correr gente vestida de blanco, veo que estoy en una cama de hospital.
   Volví, eso es lo que me dicen, volví de un coma profundo, volví a la vida, dicen los que me quieren.
   Hace una semana ya , que volví. Yo siento que nunca me fui, les digo a todos.

   Recuerdo esa mañana en la ducha cuando el agua caliente caía sobre mis hombros, cuando sentía el placer de oler el jabón de glicerina que tanto me gusta, me colgué mirando las gotas de agua que se desvanecían por los azulejos, supe que cambiaban de dirección que en lugar de ir de arriba hacia abajo, ascendían…
   Y allí es donde viajé, a no se donde, allí es donde me diluí, paralelamente a esta realidad comencé a vivir una vida llena de emociones. Me invitaron a volar y volé, me sugirieron nadar y nadé, manejé un micro, escalé una montaña…construí una casa.
Era un lugar de deseos que se podían concretar.

   Todos me escuchan azorados, presiento en sus miradas que les alcanza con verme de regreso, que prefieren pensar que la ciencia hizo el milagro.
Yo sé que no es así., que existe el lugar de la concreción, que existe esta vida y la que paralelamente no nos animamos a vivir.

Silvina Rinaldi

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